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ANDINO

Lo andino es diverso y cambiante: la historia cultural de la vida social en los Andes es un manifiesto de ello. Hoy en día, esta diversidad cultural se expresa en procesos identitarios cuyos referentes no se limitan a las grandes figuras pan-andinas, como el Inca o Tiwanaku, para fundar raíces en historias y territorios locales. Como en el resto del mundo, los procesos de patrimonialización estan en voga y la cuestión patrimonial está estrechamente relacionada con problemáticas sociales y sueños identitarios.

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Durante el coloquio, las comunicaciones de ocho investigadores, a menudo realizadas de la mano con representantes de comunidades y asociaciones culturales indígenas, esbozaron un panorama de la complejidad de las manifestaciones culturales y reivindicaciones sociales de lo andino en este nuevo milenio: desde la sierra de Piura hacia el desierto de Atacama, pasando por el Altiplano, tanto en lo rural como en lo urbano.

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Pilar Lima:

Turismo comunitario y preservación del patrimonio arqueológico: algunos casos de análisis en Bolivia

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Álvaro Romero:

Arqueología, patrimonio cultural local e indígena de Arica y Parinacota

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Cristhian Cerna: 

Movilidad poblacional y sujetos andinos: estudio de caso etnográfico del Valle de Codpa, extremo norte de Chile

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Wilfredo Bacián, Eduardo García y Fernanda Kalazich:

El rol del patrimonio arqueológico en la reivindicación de territorios ancestrales

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Aracely Mamani, Marcos Mamani y Magdalena García:

El pastal de la comunidad de Mulluri y el movimiento cíclico de los pastores a la "costa": colaboración y diálogo para una arqueología del presente

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Florencio Choquechambe y Josélin Leal:

Donde los cerros se visten de Chacra: cartografía social del territorio de Chapiquiña, comuna de Putre

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Walter Quispe, José Barraza y Thibault Saintenoy:

Significados, valores y funciones patrimoniales del cerro sagrado de Pampa Alto Ramírez (valle de Azapa, Arica)

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Turismo comunitario y preservación del patrimonio arqueológico: algunos casos de análisis en Bolivia

 

Pila Lima

Investigadora independiente

plimatorrez@gmail.com

Lima

A lo largo de las dos últimas décadas, numerosos proyectos que incidían en la participación de la población local en el proceso del desarrollo sostenible, fueron desarrollados en Bolivia. Éstos promovían la conservación del patrimonio cultural, encontrando en el turismo una de sus mejores estrategias.

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​Dicho proceso generó, en las comunidades, mucha expectativa por la generación de recursos económicos. Por otro lado, los conservacionistas e investigadores del patrimonio cultural comenzaron discusiones sobre cómo promover la protección y el aprovechamiento sostenible de ese patrimonio.

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​El estado actual de varios de esos proyectos permite identificar que para los actores locales el concepto de turismo sostenible está motivado únicamente por el beneficio económico que se pueda obtener. La preservación del patrimonio parece ser un aspecto secundario y tal vez merece un tratamiento más profundo, no sólo a nivel técnico sino a nivel reflexivo con las mismas comunidades.

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​Estos resultados permiten identificar que es necesario promover un proceso de autogestión local para la preservación del patrimonio cultural, no sólo para su aprovechamiento sostenible. Una de las vías podría ser la socialización reflexiva del conocimiento técnico y científico que permita generar una perspectiva crítica en los actores locales, logrando así un verdadero empoderamiento de su patrimonio.

 

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¿Cuáles son los aspectos claves para el buen desarrollo de un turismo cultural comunitario?

 

El desarrollo de un turismo cultural comunitario contempla muchos aspectos para lograr éxito. En primera instancia, es importante que las comunidades estén de acuerdo con el planteamiento del emprendimiento; lo más adecuado es que participen desde el proceso de planificación.

 

Este tipo de acciones debe lograr una participación efectiva de las comunidades en todas las fases del proyecto, intentando lograr un empoderamiento local del mismo. Todo ese proceso implica un componente de fortalecimiento de capacidades locales para el funcionamiento y manejo autogestionario de los emprendimientos. La última fase es un periodo de acompañamiento hasta lograr la consolidación del proceso señalado y el manejo autónomo del emprendimiento.

 

Todo lo descrito puede demorar varios años, lo que implica una inversión alta de tiempo y recursos, aspecto que debe ser planificado por quienes trabajan con proyectos de esta naturaleza.

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Patrimonio arqueológico local e indígena en Arica y Parinacota

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Alvaro Romero

Consejo de Monumentos Nacionales

aromero@monumentos.cl

Romero

En una Región con altas proporciones de comunidades de raíz indígena, un amplio registro de yacimientos arqueológicos y una alta tasa de proyectos de investigación arqueológica, no se ha desarrollado un trabajo colaborativo y sistemático entre los investigadores, los centros de investigación y las comunidades indígenas.

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Como en muchas partes, la arqueología tiene un origen colonialista que ha provocado que los temas de investigación surjan desde la Academia, desde una posición de poder, con una escasa o nula presencia de preguntas investigación que germinen desde las comunidades locales.

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Por otro lado, el territorio indígena se está despoblando y las poblaciones que se auto adscriben como indígenas en la ciudad desconocen muchos componentes de su territorio tradicional y paisaje cultural, entre ellos, los sitios arqueológicos.

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Es por esta razón que el reciente proceso de reivindicativo y de etno génesis del pueblo aymara, iniciado en la década de 1990, es de corte “esencialista” sustentada en una historia andina panandina y con escaso interés en reconocer los procesos históricos locales, y utilizar la oralidad, el paisaje y la arqueología para reconstruir una particular historia étnica particular y local.

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Por tanto, en Arica y Parinacota, el conocimiento arqueológico no ha sido utilizado por los movimientos y grupos indígenas. Además, la versión arqueológica que proviene desde la Academia es contradictoria a la versión indígena, señalando que el denominado “poblamiento ancestral aymara” es en verdad un proceso de diversos pueblos prehispánicos con diferentes orígenes, ordenamiento político y énfasis económicos.

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Cuando el Estado, a través de CONADI, ve los sitios arqueológicos en el marco del “desarrollo con identidad” como sitios que pueden ser explotados dentro del turismo cultural, recién pasan a entenderse como un “patrimonio indígena”, pero sin mayor contenido o vinculación a otros aspectos culturales que conforman la actual identidad indígena.

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Finalmente, el proceso de despoblamiento de las tierras rurales de la región y el reemplazo de las comunidades locales por comunidades que poseen una doble residencia urbana rural provoca la fragmentación del conocimiento del territorio y de las tradiciones que se desarrollan en él.

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La alternativa ante esta situación es trabajar la arqueología siempre desde una perspectiva local, dejando de lado los esencialismos indígenas y estableciendo vínculos con las personas con el objeto de entender cuáles son los requerimientos y expectativas que tienen respecto al conocimiento que puede lograrse acerca del pasado (ya sea reciente o remoto). El Turismo es uno de los usos posibles del pasado, pero también están la educación y los procesos de identidad cultural.

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¿Es el patrimonio arqueológico un patrimonio indígena?

 

Sin duda que una buena parte del patrimonio arqueológico regional puede también ser considerado patrimonio cultural de las comunidades indígenas. Sin embargo, esto puede ser más complejo aún, pues debemos definir primero lo que se entiende como "patrimonio arqueológico". Lo arqueológico es todo componente de cultura material que está en un contexto arqueológico, es decir, en desuso. O incluso fuera de la memoria. En cierto sentido, es todo resto material producido en el pasado y que tiene una discontinuidad respecto al presente.

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Por otro lado, el patrimonio cultural indígena se define como el conjunto material e inmaterial que una comunidad reconoce como el acervo cultural que lo constituye como una comunidad indígena. Por tanto, corresponde a un conjunto que se reconoce con una continuidad cultural desde orígenes remotos, previos a la llegada hispana.

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Sin embargo, como hemos señalado antes, entre los componentes culturales que se reconocen como propios de las comunidades indígenas del extremo norte de Chile, es decir, lo aymara, no incluyen los sitios arqueológicos, principalmente porque se ha perdido su vínculo con las comunidades vivas. Este vínculo se ha cortado tanto por proceso de extirpación de idolatrías de época colonial hispana, como también por los más recientes procesos históricos de nacionalismo, principalmente la chilenización.

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En definitiva, existe un potencial en gran parte del patrimonio arqueológico de origen prehispánico (o incluso posthispánico) para convertirse en patrimonio cultural indígena, es decir, que las comunidades locales puedan reconocerlo como bienes que pertenecen a su acervo cultural.

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Movilidad poblacional y sujetos andinos: estudio de caso etnográfico del Valle de Codpa, extremo norte de Chile

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Cristhian Cerna-Moscoso

Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto

ccerna@cihde.cl

Cerna

El despoblamiento rural del área andina es en gran medida consecuencia de las políticas territoriales implementadas por el aparato gubernamental. En el caso de Chile, aunque hoy parezca una novedad, la transición demográfica es observada desde mediados del  siglo XX, donde se le catalogó por la necesidad de “progreso” en zonas “faltas de civilización”, que amparó una lectura de la alteridad cultural del área como pobres, carentes y desesperanzados. El déficit de población remitía a una falta de oportunidades, que hacía próxima la concreción de territorios “sin gente”. Sin embargo, allende a las políticas de soberanía, la situación de déficit de bienestar se ha perpetuado acorde a la reproducción marginal de un contingente estable, que parece insistir en la residencia en localidades catalogadas como aisladas, desde una actual realización translocal.

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En este contexto, advertimos el rol del parentesco en la configuración de las dinámicas de reproducción de población local, considerando el caso etnográfico del Valle de Codpa, sector rural, ubicado a 113 km de la ciudad de Arica, a 1800 msnm. Siguiendo una estrategia de caso extendido y multisituado, se documentaron los fenómenos de comunalidad local, donde fue relevante la descripción de los mecanismos de instalación de un “nosotros” versus los “otros” indígenas y no indígenas. Aquí fue relevante notar la dialéctica alter/ego para considerarse socialmente “codpeños”, así como la elaboración de racionalidades de arraigo y re-arraigo, manifestada en la movilidad campo-ciudad, y las migraciones de retorno. En este orden, “ser” andino se expresa como una situación para la adscripción de la propia alterización, en el contexto de negociación etnogubernamental contemporánea, de globalización e intensificación de relaciones capitalistas, neoliberales y neo-indígenas. Finalmente, pudo darse cuenta que el rol de las relaciones de alianza y descendencia ha sido central para la configuración del fenómeno comunitario local y su diversificación, en tanto prácticas sociales de relacionamiento y de socio-reproducción de identidades locales.

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¿Dónde viven las comunidades andinas?

 

Las comunidades andinas son constructos socio-históricos, que remiten a procesos de cambio y continuidad en sus clasificaciones y dimensiones institucionales, organizativas e inter-subjetivas. Considerando esta definición, un fenómeno estructural que ha vivido esta unidad sociológica se encuentra en función a su deslocalización y diversificación de elementos de realización, en términos de ordenamiento interno a los Estado-nación, y a la transgresión de fronteras internacionales. En una época de estructuras post-coloniales, la re-definición y recreación de sus bases de comunalidad, asociadas a la intensificación de la globalización, la universalización del modelo capitalista y la neo-liberalización de las relaciones, parece sostener la necesidad de re-formularse indagaciones ante cuestiones de la clásica perspectiva ecologista que ha inscrito a los estudios de comunidad: la importancia de la reciprocidad, complementariedad, la cooperación social y los criterios de intercambio, en torno a lo que vale insistir en estrategias etnográficas que nos permitan advertir las experiencias y racionalidades situadas de los grupos efectivos; instalándose preguntas como las siguientes: ¿Cómo nos articulamos al mundo global desde la referencia a la localidad y el territorio, en el marco de la constitución de nosotros como sujetos sociales deslocalizados y diversos? Aquí, el dónde viven las comunidades invoca a una reflexión metodológica en torno a ¿Cómo elaboramos la alteridad andina at home, en función a nuestra comprensión de la realización sociológica de sus agentes efectivos y sus espacios de experiencia y realización comunitaria?

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El rol del patrimonio arqueológico en la reivindicación de territorios ancestrales: caso de la Comunidad Indígena Quechua de Quipisca, región de Tarapacá

 

Wilfredo Bacián, Eduardo García y Fernanda Kalazich

Comunidad Indigena Quechua de Quipisca y Fundación Desierto de Atacama

ferkalazich@gmail.com

Kalasich

Desde hace poco más de diez años, la Comunidad Indígena Quechua de Quipisca se encuentra en una etapa de reconstrucción comunitaria, donde la puesta en valor del patrimonio cultural de su territorio ancestral y la administración comunitaria de éste constituyen pilares fundamentales.

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​Dentro de este proceso, la Fundación Desierto de Atacama se encuentra trabajando para y con la Comunidad de Quipisca, en la realización de un catastro de sitios arqueológicos, como insumo principal de su plan de puesta en valor patrimonial. Hasta ahora, se han identificado una cantidad significativa de sitios arqueológicos en el territorio quipisqueño, tanto en el cañón de la quebrada como en el sector de pampas, así como también en el espacio interquebradeño, que son testimonio de la ocupación del territorio desde tiempos pretéritos.

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​Es el reconocimiento de este patrimonio arqueológico el que puede permitir la reclamación territorial ancestral de la Comunidad de Quipisca, mediante un plan de puesta en valor culturalmente situado, dotado de significados, memorias e historias locales, que contemple la educación patrimonial de sus comuneros y el desarrollo de alternativas económicas de turismo sustentable. La generación de afectos y de compromiso con este territorio, serán determinantes para su preservación y salvaguarda en el tiempo.

 

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¿Por qué los sitios arqueológicos contribuyen a la defensa y reivindicación de los territorios ancestrales?

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 En primer lugar, los sitios arqueológicos y el patrimonio cultural ancestral, son testimonios de la ocupación de un territorio en el tiempo, los que dan cuenta de la profundidad temporal del asentamiento humano en un espacio. Es posible además, conocer las actividades que realizaban los antiguos habitantes, a través de las materialidades y los tipos de sitios que se encuentran. Mediante un catastro patrimonial arqueológico, es posible hacer un diagnóstico integral de los sitios arqueológicos, no sólo en cuanto a la tipología, funcionalidad y cronología de los sitios, sino también considerando los valores patrimoniales asociados a ellos y  el estado de conservación que presentan. Con ello, se hace factible proponer medidas para la preservación, resguardo y puesta en valor de los sitios.

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​La mera existencia de sitios arqueológicos, o el conocimiento de ellos, son condiciones necesarias pero no suficientes para la defensa y reivindicación de un territorio ancestral; en este sentido, es la integración de los sitios de importancia patrimonial dentro de la cultura propia, así como el compromiso que toma una comunidad con todo lo que hay en su espacio, lo que los convierte en una herramienta importante de reivindicación territorial.

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El pastal de la comunidad de Mulluri y el movimiento cíclico de los pastores a la "costa": colaboración y diálogo para una arqueología del presente

 

Aracely Mamani, Marcos Mamani y Magdalena García

Comunidad de Mulluri y Universidad Catolica del Norte

manegarciab@yahoo.com

Garcia

El territorio de la comunidad indigena de Mulluri (comuna de Camarones, región de Arica y Parinacota) constituye un pastal de uso comunitario que cuenta con títulos de propiedad que datan de finales del siglo XIX, coincidente con la época que la región pasó a manos del estado chileno. Como en otras comunidades aymara de Arica y Tarapacá, nuestro territorio enfrenta una compleja situación relacionada con las fuertes presiones que ejercen las compañías trasnacionales sobre nuestros recursos naturales. En la actualidad, enfrentamos una ardua lucha que busca impedir la explotación geotérmica al interior de nuestro pastal, que el estado chileno ha licitado sin un adecuado proceso de consulta y participación de nosotros como propietarios.

 

Lo anterior se ve favorecido por el despoblamiento que hoy existe en gran parte del altiplano chileno producto de la migración acelerada a la ciudad de Arica que se intensificó en los años sesenta. En Mulluri, el despoblamiento ha convertido en sitios arqueológicos las estancias y paskanas que nuestros abuelos ocupaban junto a su ganado en los circuitos anuales de pastoreo. Entre otros, esto ha traído como consecuencia la interrupción de los mecanismos tradicionales de transmisión de conocimiento de padres a hijos y con ello el olvido de un saber práctico, técnico y simbólico que permitía a los abuelos habitar y manejar con destreza este espacio.

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​En este marco, emprendimos una investigación etnográfica y arqueológica centrada en la memoria territorial del pastal de Mulluri que busca llevar a la escritura lo que anteriormente se transmitía oralmente, de generación en generación. Los resultados obtenidos en una primera etapa demuestran, ante todo, la vigencia de una visión del tiempo y el espacio que es diferente y en cierta medida contradictoria con la visión occidental, donde el ser humano se plantea en un plano de igualdad con el resto de los seres que habitan el pastal -incluyendo plantas, animales, hitos geográficos, ancestros, divinidades y/o seres míticos- y donde se deben elaborar complejos mecanismos para mantener o restaurar este equilibrio. Asimismo, el pastoreo no es concebido como una actividad económica neta, sino que ésta forma parte de un tejido que integra las demás dimensiones humanas, a saber lo social, ideológico, religioso, político, etc., lo cual está claramente evidenciado en la construcción de un calendario anual que articula todas estas esferas.

 

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¿Por qué reivindicar un territorio despoblado?

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Todas estas piedritas son recuerdos de mis abuelitos, mis tías, cuánto tiempo no habrán andado por acá ellos, cuánto tiempo no habrán caminado, momentos de alegría, momentos de amargura, así tienen que haber pasado ellos.

Emilia García, Amuyo 2016.

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​La reivindicación actual considera que si bien el territorio se ha despoblado, éste no ha sido abandonado. En este sentido, los hijos de Mulluri que hoy residimos en Arica y en otros lugares del Norte Grande de Chile consideramos que este espacio nos pertenece en tanto constituye la herencia directa y concreta de nuestros abuelos, donde ellos habitaron y trabajaron arduamente para conseguir su subsistencia y la de sus rebaños, desde épocas anteriores a la era republicana. El pastal es, en este sentido, un legado que refiere no solo al espacio físico, sino también a las creencias, los mitos, las tecnologías que los abuelos crearon para su manejo, y en definitiva, al amor y el respeto que ellos tenían por cada uno de los elementos que lo constituyen. El territorio es para nosotros una fuente de identidad y una fuerza que nos motiva en el día a día para construir un mejor futuro para nuestros hijos.

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Donde los cerros se visten de chacra: cartografía social del territorio de Chapiquiña, comuna de Putre, región de Arica y Parinacota

 

Florencio Choquechambe y Joselin Leal Landeros

Comunidad indígena de Chapiquiña y Universidad de Tarapaca

joselinleal.antropologia@hotmail.com 

Leal

Nuestro trabajo es un ejemplo de colaboración entre la universidad y el mundo asociativo indígena para brindar apoyo a la comunidad aymara de Chapiquiña en su proceso de demanda territorial, en el contexto del reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas.

 

Actualmente, en el territorio de Chapiquiña, residen menos de treinta personas; la mayor parte de la comunidad vive en la ciudad de Arica. En primer lugar, el trabajo consistió en etnografías de terreno durante seis meses, para el registro de informaciones sobre la simbólica del territorio de Chapiquiña y la identificación de sus sitios más significativos dispersos entre las localidades de Pachama, Laco-Cosapilla y Copaquilla.

 

La investigación documentó los conocimientos ecológicos de la comunidad (zonas de pastoreo, vertientes de agua que alimentan la Pachamama), su relación con los cerros sagrados, así como la identificación de las fronteras de Chapiquiña con los pueblos vecinos. Todos estos lugares son mencionados tanto como escenarios de actividades rituales (carnaval, cruces de mayo, fiesta de San Santiago, el pachallampe, entre otros) como de actividades relacionados con la economía de subsistencia agropastoril (riego, cultivo de papas y hortalizas, pastoreo de ovejas y chivos).

 

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¿Cómo hacer una cartografía participativa del territorio de comunidades translocales?

 

Lo fundamental para realizar una cartografía participativa es conocer a la comunidad. Para ello, el trabajo de campo cumple un rol protagónico porque permite desarrollar vínculos de confianza entre quien investiga y las personas con la que se está trabajando. Para superar los problemas de doble-residencia de la comunidad de Chapiquiña, realizamos talleres tanto en la ciudad como en el pueblo, ya que era difícil de reunir a todos en un solo lugar. Para la elaboración de una cartografía participativa, desarrollamos una metodología sencilla basada en sesiones colectivas de dibujo a mano sobre una cartulina con lápices de colores, para la representación cartográfica de sus conocimientos, y recuerdos del territorio de su pueblo de origen. De esta manera, se realizaron un total de diez talleres en distintos locales, con distintos colectivos de la comunidad de Chapiquiña. Desde el punto de vista científico, el trabajo interdisciplinario entre antropología y geografía resultó importante, ya que ambas perspectivas se complementan y permiten trabajar con la comunidad sobre cómo recuerdan su territorio, cómo lo imaginan y cómo lo vivencian.

 

La importancia de la cartografía social para las comunidades translocales que habitan en la región, es que esta herramienta permite visibilizar la relación entre quienes ahora viven en la ciudad con el territorio de su infancia. permite tambien desmentir la desterritorialización del pueblo aymara, y argumentar que, desde la memoria y los saberes, los residentes urbanos siguen estando vinculados con el paisaje cultural de su territorio rural de origen.

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Significados, valores y funciones patrimoniales del cerro Sagrado de Pampa Alto Ramírez

 

Walter Quispe, José Barraza y Thibault Saintenoy

Asociacion cultural Pacha Aru, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto

tsaintenoy@cihde.cl

Pacha

El cerro sagrado de la pampa Alto Ramírez es un monumento arqueológico, heredado de la tradición prehispánica de arquitectura del paisaje en el desierto de Atacama. Esta tradición consistía en revestir cerros con grandes figuras de piedra representando humanos y animales combinados con una diversidad de símbolos. Con sus dibujos gigantes, estos geoglifos fueron acondicionados para formar verdaderos monumentos del paisaje cultural prehispánico. Por ejemplo, en tiempos del Inca, la ladera decorada del cerro sagrado de la pampa Alto Ramírez formaba la tela de fondo de uno de los principales sitios del asentamiento inca en el valle de Azapa (actual norte de Chile).

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Hoy en día, el cerro sagrado se encuentra en la orilla del espacio urbano de la ciudad fronteriza de Arica, entre parcelas de olivos y tomates cultivados por migrantes e hijos de migrantes de Perú y Bolivia. El sitio es escasamente visitado por el turismo, pero constituye un monumento de alto valor patrimonial para los Ariqueños. En efecto, dicho “cerro sagrado” constituye el escenario de la realización de actividades rituales que celebran las raíces andinas de Arica. Desde hace 20 años, la asociación cultural indígena Pacha Aru ha desarrollado un vínculo especial con el cerro donde realiza rituales colectivos de pago a la tierra cada año.

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Asimismo, el cerro sagrado de la pampa Alto Ramírez es más que un monumento arqueológico que nos habla de la historia antigua del valle de Azapa: lleva, hoy en día, una función simbólica significativa para la reivindicación identitaria de colectivos de Ariqueños cuya identidad andina resultó a menudo invisibilizada, estas últimas generaciones, por los nacionalismos productos de la historia reciente de las relaciones entre Perú, Bolivia y Chile.

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